Una tienda  de ultramarinos y coloniales era, literalmente, un comercio dedicado a la venta de productos de ultramar que desde América o Asia podían importarse en buenas condiciones de conservación.

Muchos de estos comercios llegaron a constituir verdaderos templos de las delicatessen.

Una tienda de ultramarinos vendía productos no perecederos como chocolate, conservas, legumbres, harinas, azúcar, arroz, café o embutidos. Por otra parte  y dependiendo de su ubicación o del tipo de público al que quisiera atraer podía subir de nivel y especializarse en mercaderías finas.

Por poner un ejemplo, la tienda de ultramarinos de Francisco Orueta, fue un delicatessen colonial que estuvo al menos desde 1875 en la bilbaína calle Correo número 4  y que durante las últimas décadas del siglo XIX publicó en prensa grandes anuncios a media página detallando sus productos.

Vinos españoles, franceses y alemanes se mezclaban en sus estanterías  con productos de ultramar, exquisitas conservas, galletas inglesas y tés de China.

Ofrecía descuentos por la compra de grandes cantidades y también la posibilidad tanto de enviar muestras de cata como de reparto a domicilio. Málaga dulce, moscateles, jereces, manzanillas, Pedro Ximénez y malvasías de Sitges competían con decenas de referencias de vino de Burdeos, Borgoña, Rhin, Oporto o Madeira.

Además también contaba con destilados nacionales como anís escarchado o destilados extranjeros como ron de Jamaica.

Orueta también despachaba chorizos extremeños, salchichones de Vic, garbanzos de cuatro clases, alubias del país,  arroces de valencia, aceites andaluces y las entonces célebres pastas para sopa.

El azúcar venía de Cuba y otras zonas del Caribe en distintas categorías como moreno, terciado, de pilón o en terrones, mientras que el café era de origen Puerto Rico y el té chino, con variedades como el negro souchong o el verde conocido como Perlas de Dragón.

Las galletas inglesas al peso o por cajas, encurtidos, mostazas francesas, extractos de carne, gelatinas, mermeladas, frutos secos, chocolates, salsas y leche condensada figuraban igualmente en el catálogo de esta tienda de ultramarinos.

Besugo en conserva

Como en las modernas tiendas de delicatessen, las conservas de pescado y verduras no podían faltar entre las estanterías de una tienda de ultramarinos.

En este establecimiento se expendían botes y latas con pimientos de La Rioja, pasta de tomate, guisantes, melocotón en almíbar, peras, ciruelas, champiñones, trufas, sardinas, anchoas, atún, almejas, e incluso merluza, rodaballo y besugo en aceite elaborados en Bizkaia.

También tenía quesos de Santesteban (Navarra), el de bola de Holanda, de Gruyère, el de nata